Y es que todos estamos expuestos cada día a multitud de situaciones que nos pueden poner en esta tesitura: se te queda comida entre los dientes, se te ha olvidado quitarte la etiqueta al estrenar el modeluki, al sonarte los mocos te dejas algo en la nariza, te manchas el bigote con la leche…
El problema está en que muchas de estas de estas personas que se creen abanderados de la sinceridad buscan la risa y los aplausos de los presentes, aunque ello suponga dejar en ridículo a otra persona a la que incluso, a lo mejor, aprecian.
¿Entonces, qué hacemos con ellos? ¿Utilizamos el ojo por ojo? Desde luego se lo merecen, pero eso haría que nosotros cayésemos también en las redes de la mala educación. Así que ante sus ataques de sinceridad lo único que podemos hacer es contraatacar con comentarios mordaces e irónicos sin caer en golpes bajos.
Y como dice mi abuela: “Ande yo caliente, ríase la gente.”
la sinceridad a veces no es tan buena como parece, xq en determinadas ocasiones tp hace falta. en estos casos mas q sinceridad es gilipollez de la persona en cuestion.
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