La conjura de los necios, de John Kennedy Toole

Este libro fue escrito a principios de los años 60, pero John Kennedy Toole no conseguía que se lo publicaran. En 1969, frustrado por su fracaso, se suicidó. Desde ese instante su madre movió cielo y tierra para ver el sueño de su hijo hecho realidad, consiguiendo en 1980 que una pequeña editorial de la Universidad de Louisiana publicara esta obra. Desde entonces La conjura de los necios ha cosechado numerosos éxitos, entre ellos el premio Pulitzer en 1981, y su autor se ha comparado a otros grandes como Cervantes o Dickens.

Ambientada en los bajos fondos de Nueva Orleans, esta obra resulta cuanto menos atípica. Ignatius Reilly, el protagonista de esta historia, es un excéntrico treintañero que vive pegado a las faldas de su madre y se dedica a escribir una novela sobre la decadencia del siglo XX. Para hacer frente a las necesidades económicas que se viven en su casa se ve obligado a trabajar, embarcándose en empleos y empresas de lo más disparatados.

Los personajes secundarios tampoco se quedan atrás en cuanto a rarezas se refiere: el patrullero Mancuso, el policía más incompetente de la ciudad; Dorian Greene, líder de la comunidad gay; la señorita Trixie, septuagenaria enfurecida porque no le dan la jubilación; Darlene, streaper con cacatúa...

Esta tragicomedia, creada con el fin de arrancar carcajadas constantes al lector, no ha conseguido sacarme ni una media sonrisa. La trama, de lo más disparatada, se hace difícil de seguir dado el absurdo y surrealismo de la misma. El protagonista se me atragantó desde la primera página y no he conseguido tomarle cariño en ningún momento a lo largo de las 365 páginas de esta historia. Los monólogos que escriben en sus cuadernos de notas a modo de novela serían capaces de dormir a un niño hiperactivo. En conclusión, desde que empecé a leerlo estaba deseando acabarlo para pasar a otros libros más interesantes.